INTRODUCCIÓN.
Hay un viejo cuento Zen que dice - más o menos - Lo siguiente:
Un joven occidental había aprendido mucho, acerca de las artes marciales y de la sabiduría tradicional de oriente. Un día, se enteró de que vivía en Japón, un viejo maestro Zen, que podría enseñarle cosas que él no podría aprender por su cuenta. Viajó hasta ese lugar y consiguió ser recibido por el monje. Después de un rato de saludos y ceremonias, éste lo invito a beber té. Mientras tanto, el joven podría hablar de aquello que deseaba.
El viejo empezó a servir el té, mientras el joven -extremadamente locuaz- hablaba y argumentaba, acerca del porqué deseaba aprender y de todo lo que ya había aprendido con otros maestros, hasta ese momento. El maestro lo miraba atentamente a los ojos, al tiempo que el té comenzaba a rebalsar de la taza. El joven seguía hablando y el té seguía desbordándose. El joven, dándose cuenta de esto, ya comenzaba a pensar que su potencial maestro, estaba un poco "chocho" y se lo hizo notar: "Maestro, dijo, estás derramando el té". El viejo - con inescrutable mirada- replicó: Tú vienes a mí, LLENO de un montón de ideas y conceptos preconcebidos... Al igual que esta taza, estás lleno. ¿Cómo pretendes que pueda incorporar a ella, otra cosa distinta que la que ya contiene?. Si en verdad deseas aprender -continuó el monje- deberías venir a mí, VACÍO. Sólo así podré enseñarte algo...
Este cuento lo traigo a colación, para ilustrar la dificultad que existe para, verdaderamente, aprehender la cultura, religión y concepciones 'artísticas' y/o 'poéticas', de los pueblos meso-americanos.
¿Cómo VALORAR su poesía y su literatura si “estamos llenos” de preconceptos; llenos de valores morales, éticos y estéticos; Llenos de ideología, de religión, mitos y particulares visiones de mundo?. Como aprehender -verdaderamente- la consciencia del hombre americano, a partir de los pocos fragmentos que quedan de ella ?... El problema es difícil, por no decir imposible. Dado que, cualquier aproximación descriptiva, no pasará de ser otra cosa que, un conjunto de evidencias de algo, que somos incapaces de comprender a cabalidad.
Es decir, todas las afirmaciones que podamos hacer acerca de las culturas mesoamericanas; serán meras interpretaciones, cargadas con un grado de subjetividad muy alto, no exento incluso, en algunos casos, de xenofobia y/o racismo...
Algunos ejemplos que ponen en evidencia lo anteriormente expresado, son los siguientes: “Debemos reconocer que, el asesinato ritual, parece haber sido en Tenochtitlan, una realidad más exigente que la voluntad de pureza que implican la penitencia y el bautismo”(1). Las palabras “asesinato”, “penitencia” y “bautismo”, ya implican un juicio de valor y concepciones religiosas que NO deberían constituir parámetros de comparación.
“Pero, ¿Qué haremos entonces, con las pruebas que atestiguan una indiscutible elevación moral”?. “¿Nos resignaremos a perdonar estas masacres, invocando una realidad extraña que escapa a nuestro entendimiento moderno?”(2). “El relato de las innumerables fiestas que se celebraban todo el año, no es más que una serie de atrocidades y, como es natural, los adoratorios de los templos parecían verdaderas carnicerías”(3).
En fin, hay muchísimas otras pruebas de lo que afirmo. Sin embargo, no es ese el propósito de este trabajo. Así como Laurette Sejourne -la autora de estos pasajes- se plantea con esta rígida concepción del mundo; también hay muchos autores que poseen una posición distinta, más “positiva”. Cualquiera que ella sea - incluyendo la mía -, por muy objetiva y científica, que sea la posición que se adopte; algún punto habrá en que, al tratar de “explicar” lo que se describe, se comenzara a especular o a “teñir” las observaciones con el cristal de la proyección de los propios intereses, motivaciones y valoración de lo que se describe.
Así las cosas, este trabajo queda planteado como una simple especulación. Sin embargo, trataré de hacerla coherente y fundar esta especulación -para que sea más validable- en los textos que se adjuntan. Es necesario establecer, finalmente que en tanto “selección de textos”, es subjetiva y que está “dirigida” al objetivo de tratar de constatar, a través de ellos, las afirmaciones que se formulan.
BREVE RESEÑA HISTORICA Y CULTURAL.
Los Aztecas -nombre con el cual les identificamos hoy- se autodenominaban “Tenochas” y procedían del Noroeste de América del Norte. Estaban organizados -al principio- en pequeños clanes nómades y perseguían la caza.
La convergencia de varios clanes, en el sector de lo que hoy se denomina Valle de México (Valle de Anahuac = País al borde del agua), les indujo a buscar una forma de organización más compleja. Su establecimiento definitivo, tuvo lugar en los islotes del lago Texcoco, en donde comenzaron a edificar su ciudad estado. Aproximadamente, a partir de año 1168, hasta m/m 1325.
No puede se puede comprender esta cultura, sin mencionar al conjunto de pueblos y civilizaciones, anteriores o contemporáneas de los Aztecas y de las cuales tomaron mucho de sus conocimientos, cultura, etc. Esto es, los Mayas, Olmecas, Zapotecas, Mixtecas, Totonacas, Huaxtecas y Toltecas. Todas estas civilizaciones, con más de un milenio de desarrollo, estaban al alcance de los Aztecas, al iniciarse el siglo XIII. Desde su aparición, los Aztecas o Tenochas, iniciaron una etapa de consolidación, con guerras y ritos religiosos impuestos a sus conquistados. Entre ellos, el “Hechicero Colibrí = La imagen de Huitzilopochtl”. No es sino hasta 1428, cuando el rey Itzcoatl tomó el mando de los Tenochas y comienza entonces, el relato coherente de una historia que se puede comprobar y con características propiamente Aztecas. Se suceden una serie de reyes, de allí en adelante; entre ellos, el célebre Moctezuma II. De quien se dice que fue estrangulado por los españoles de Cortés.
El Nahuatl era la lengua oficial de los Aztecas. Aunque, también fue hablada por Toltecas y Chichimecas. En la actualidad, esta lengua es hablada por cientos de miles de personas (Ya sea, en sus formas más “puras” o con las transformaciones propias del proceso de endoculturación, posterior). Algunos cronistas españoles lo describen como un idioma armonioso, claro, con amplio vocabulario y capaz de expresar elevados sentimientos e ideas poéticas.
El “indio” Azteca nacía en un clan o “Calpulli”. El clan mantenía una especie de escuela, para todos los muchachos, que era administrada por un maestro. Este, normalmente, era un conocido guerrero o un anciano. Allí, los jóvenes aprendían sus propias historias míticas, sus rituales y, sobre todo, el uso de las armas. Este procedimiento de socialización mantenía castigos tan fuertes, como los espartanos; dado que, era imprescindible mantener la cohesión y la disciplina guerrera, para mantener y ganar nuevos adeptos para el imperio.
La guerra se convirtió en una condición “natural” para ellos; dado que sus dioses no estarían debidamente alimentados, sin ella y -por lo tanto- dejarían de protegerlos. Por ello, la finalidad principal de estas guerras, era la de obtener tributos y capturar a la mayor cantidad de prisioneros, para ser sacrificados y ofrendados a los dioses para aplacar su ira. Es interesante hacer notar que los planes de batalla no tenían como finalidad matar al enemigo o destruir innecesariamente sus ciudades. Puesto que consideraban que la muerte y la destrucción no tenían mucho sentido. Los jefes Aztecas se cuidaban mucho de no provocar deliberadamente a sus posibles adversarios. Por ejemplo, antes de llevar a cabo una batalla, enviaban embajadores a las aldeas y ciudades, para arreglar el asunto de los abastecimientos o tributos. Incluso, les concedían el tiempo para armarse y -en algunos casos- hasta les proporcionaban armas, para demostrar que el resultado de la batalla sería voluntad de los dioses.
Con respecto a la justicia, se dice que en la sociedad Azteca casi no existían ladrones ni criminales; dado que, aunque no se conocieron códigos escritos, se sabe que la aplicación de la justicia era tan drástica que la armonía y la sana convivencia, era lo que regía la forma de vida. Es interesante, para los propósitos de este trabajo, destacar el ritual que se daba con los moribundos. El hombre que se encontraba agonizante, tenía que confesarse con el hechicero. Quien invocaba a los dioses, para que el enfermo muriera como un buen Azteca. Cuando el sujeto moría, se le ponía en la boca, una piedra verde, que representaba el corazón; se le preparaba comida y bebidas y -además- se le vendaba el cuerpo, de la misma manera en que lo hacían los Egipcios. Luego, era cremado o enterrado.
El más terrible de sus dioses era Huitzilopochitl, el sol. El guerrero del cielo y de eterna juventud que establecía batallas con otros dioses, por la supervivencia del hombre. Cada día se levantaba y luchaba contra la noche, contra las estrellas y contra la luna. Y, armado con dardos, traía el nuevo día. Debido a esta lucha eterna, los Tenochas no podían hacer otra cosa que recompensarlo en la forma que a Él más le agradaba. Esto es, el alimento fundamental del dios: El corazón y la sangre humana. Es muchísimo más lo que se podría decir acerca de su cultura; pero, no es nuestro propósito hacerlo, dado que, lo que pretendemos, es dar una pequeña semblanza de lo que era la civilización Azteca, con el propósito especifico de crear un “clima” en donde se inserte nuestro trabajo.
Finalmente, es necesario decir que tenían gran conocimiento de astronomía, arquitectura, matemáticas, artesanía, agricultura y -particularmente- “Arte poético” ".
TESTIMONIOS POETICOS(4) (Selección).
1.- GOZO EFÍMERO.
¡Démonos gusto, amigos míos: vengan aquí los abrazos!
En tierra florida andamos andando y no hay quien pueda ponerle fin.
La flor y el canto se tienden allá en la Casa del Sol.
Sólo por breve tiempo en la tierra vivimos:
No será así para siempre: Espera la región del misterio...
¿Hay allí alegría? ¿Hay allí amistad? ¡Ah no, que sólo en la tierra venimos a conocernos!
2.- EL COLIBRÍ FLORIDO.
He llegado hasta acá,
A las ramas del árbol floreciente.
Yo, el Colibrí Florido, Deleito mi nariz y me siento gozoso.
¡Sabrosos y dulces son mis labios!
3.- VIDA UNICA.
¡Alégrate en extremo, Oh Rey Tecayehuatzin, valuador de joyeles florecientes!
¿Acaso una vez más tendremos que vivir?
Tu corazón lo sabe así:
¡Sólo una vez venimos a la vida!
4.- EL ÁRBOL FECUNDO DE TAMOANCHAN.
Árbol florido se yergue en Tamoanchan: Allí fuimos creados, allí nos dio ser. Allí enlazó el hilo de nuestra vida, aquel por quien todas las cosas viven.
Del mismo modo yo forjo el oro, del mismo modo yo pulo el jade.
Es mi hermoso canto. Es cual si fuera una turquesa.
Como cuatro veces nos hizo girar allá en Tamoanchan
Aquel por quien todas las cosas, viven.
5.- LA FLOR Y EL CANTO.
Brotan las flores, están frescas, medran, abren su corola.
De su interior salen las flores del canto:
Tú, Oh poeta, las derramas sobre las demás.
6.- MI POEMA.
Yo perforo esmeraldas:
Yo oro estoy fundiendo ¡Es mi canto!
En hilo ensarto ricas esmeraldas ¡Es mi canto!
7.- EN PLENA PRIMAVERA.
Brotaron, brotaron flores:
Abiertas se yerguen delante del, sol.
Ya te responde el ave del dios:
Tú en su busca vienes:
¡Cuántos son tus cantos,
tanta es tu riqueza,
tú, a todos deleitas,
cual trepidante flor!
Por todas partes ando,
por todas partes grito,
yo, el cantor.
Bellas olientes flores,
se están esparciendo,
en el patio florido, entre las mariposas.
Vienen todas ellas de la región del misterio,
en donde está erguida la flor.
Flores son las que a los hombres hacen perder el juicio,
flores que, al corazón, totalmente trastornan.
Vienen a entretejerse, vienen a derramarse,
en tejidos de flores, de narcóticas flores.
8.- SED DE INMORTALIDAD.
Me siento fuera de sentido,
lloro, me aflijo y pienso,
digo y recuerdo:
¡Oh, si nunca yo muriera,
Si nunca desapareciera!
¡Vaya yo donde no hay muerte,
donde se alcanza la victoria!
¡Oh si nunca yo muriera,
si nunca desapareciera!...
9.- VIDA FALAZ.
¿Es verdad, es verdad que se vive en esta tierra?
¡No para siempre aquí: un momento en la tierra!
Si es jade, se hace astillas,
Si es oro, se destruye;
Si es un plumaje de quetzal, se rasga.
¡No para siempre aquí: Un momento en la tierra!
10.- DOLOR DEL CANTO.
Oye un canto mi corazón:
Me pongo a llorar, me lleno de dolor,
¡Nos vamos entre flores!
Tenemos que dejar esta tierra,
Estamos prestados unos a otros,
Iremos a la casa del sol!
¡Póngame yo un collar de variadas flores!
En mis manos estén,
¡Florezcan mis guirnaldas!
¡Tenemos que dejar esta tierra!
Estamos prestados unos a otros,
Nos vamos a la casa del sol!
11.- LA VIDA PASA.
¡Oh flores que portamos,
Oh cantos que llevamos,
Nos vamos al reino del misterio!.
¡Al menos por un día,
Estemos juntos, amigos míos!
Debemos dejar nuestras flores,
Tenemos que dejar nuestros cantos:
Y con todo, la tierra seguirá permanente!
¡Amigos míos, gocemos. Gocemos, amigos míos!.
12.- ETERNA VIDA DE LA POESÍA.
Cual un canto habéis vivido,
Cual una flor habéis brotado,
¡Oh príncipes!
Yo soy Tochihuitzin que teje la grama:
¡Aquí va el sartal de mis flores!
13.- LA VIDA PÓSTUMA.
Áurea mariposa ya libando está:
La flor que se ha abierto es mi corazón.
¡Oh amigos míos, es una flor fragante!.
Yo la esparzo en la lluvia.
14.- ENIGMA DE VIVIR.
No es verdad que vivimos,
No es verdad que duramos en la tierra.
¡Yo tengo que dejar las bellas flores!
¡Tengo que ir en busca del sitio del misterio!,
Pero por breve tiempo, hagamos nuestros hermosos cantos.
15.- MUERTE FATAL.
¿A dónde iremos, que muerte no haya?
Por eso llora mi corazón.
¡Tened esfuerzo: Nadie va a vivir aquí!
Aún los príncipes son llevados a la muerte.
Así, desolado está mi corazón.
¡Tened esfuerzo: Nadie va a vivir aquí!
16.- LA VIDA ES SUEÑO.
Sólo venimos a dormir,
Sólo venimos a soñar.
¡No es verdad, no es verdad
Que vivimos a vivir en la tierra!
Como hierba en cada primavera,
Nos vamos convirtiendo.
Está reverdeciendo, echa tus brotes,
Nuestro corazón.
Algunas flores producen nuestros cuerpos
Y por allá queda marchito.
17.- ENIGMA DEL MÁS ALLÁ.
¿Qué es lo que piensas?
¿Qué es lo que meditas, amigo mío?
¿Es que no te place tomar el canto?
¿Es que no deseas las flores de que da la vida?
¡Goza al lado del atabal!
¡Y aléjate cuanto gustes!.
Mariposa florida, entre los hombres pasa,
¡Liba la miel de nuestras flores!
Con nuestras flores, con nuestros abanicos,
Con nuestras pipas de tabaco se entrelaza,
y se detiene allí a gozar, al lado del atabal.
¿Dónde iré, dónde iré?
¡Allá donde está la dualidad!
¿Es que nos vamos todos al reino de los descarnados?
¡Con todo, aquí en la tierra es el lugar de la unión!
¡Todos nos vamos, todos nos vamos a la casa del sol!
¡Nadie por largo tiempo en esta tierra perdura!
Y nadie dice al fin: ¿Dónde están mis amigos?.
18.- LA VIDA PASA, HAY QUE VIVIR.
No por segunda vez venimos a la tierra,
Príncipes chichimecas.
Gocemos y tráiganse flores.
¡Al reino de la muerte!... Sólo estamos de paso:
¡De verdad, de verdad nos vamos!
¡Verdad es que nos vamos!
¡Verdad es que dejamos las flores y los cantos, y la tierra…!
Si de verdad, de verdad nos vamos ¿A dónde vamos? ¿A dónde vamos?
¿Estamos allá muertos, o aún tenemos vida?
¿Hay un sitio en que dura la existencia?
¡En la tierra, tan sólo es el bello cantar,
La flor hermosa, es la riqueza nuestra,
Es nuestro adorno!
¡Gocemos con ella!
¡Príncipes chichimecas, gozad!.
Allá donde nos vamos es la casa del rey de los muertos.
Del dios que lanza luces y envuelve en sombras (Popocatzin)
Es el sitio al que regresan nuestros abuelos.
¡Os lanzáis al abismo, nadie en la tierra queda!
¡En la tierra, tan solo!
Es el bello cantar, la flor hermosa, es la riqueza nuestra, es nuestro adorno…
¡Gocemos con ella!
19.- LA TIRANICA LEY DE LA MUERTE.
¡YO.! Yo ahora digo:
Sólo por breve tiempo, cual flor de la magnolia,
hemos venido al mundo a abrir nuestras corolas.
Hemos venido solamente a marchitarnos.
¡Cese por un momento la amargura!
¡Aún, por un momento, disipemos la pena!
¿Que cantaremos , Oh amigos míos?
¿Con qué podemos tener deleite?
¡Nacen allá nuestros cantos, donde nació el atabal!
Sufro yo sobre la tierra, en donde ellos vivieron.
Se irá enlazando la amistad, se irá enlazando la unión,
se ha de hacer el festín al lado del atabal...
¿Pero, habré de venir yo? ¿Habré de elevar un canto?
Ya solo, yo estoy aquí y ellos están ausentes.
Entre la niebla y el olvido habré de seguir durando.
Creamos al corazón: ¿Es nuestra casa la tierra?
¡Sólo en un lugar de angustia, sólo en un lugar de pena, viviendo estamos!
Yo no habré más de cantar, no haré más que preguntar
¿Soy acaso como flor? ¿La sembraré una vez más? ¿Soy cual mata de maíz? ¿Habré de ser, otra vez sembrando? ¿Mi padre, mi madre acaso, me habrán de engendrar de nuevo?
Es la razón porque lloro:
Nadie queda con nosotros, nos han dejado huérfanos en la tierra.
¿Dónde está el camino, para buscar el reino de la muerte?
¿Dónde está el lugar en que habitan, los que ya no tienen cuerpos?
¿Es qué sigue habiendo vida en la región del misterio?
¿Es que aún tienen allá consciencia, nuestros corazones?
¡En un arca, en un estuche esconde y amortaja a los hombres, aquel por quien todo vive!
¿Habré de verlos acaso? ¿Veré a mi padre y a mi madre?
¿Habrán de venir a darme su canto y su palabra?
¡Nadie queda con nosotros!
¡Nos han dejado huérfanos en la tierra!
VIDA, MUERTE, EXISTENCIA Y TRASCENDENCIA.
Lo primero que habría que establecer es que, para los pueblos mesoamericanos y, particularmente, para los Aztecas; la vida es efímera. Tienen consciencia de que el tiempo pasa y que indefectiblemente, nuestro destino es traspasar ese umbral tan “misterioso” y oscuro. Digo “nuestro” destino, puesto que en los cuatro conceptos que encabezan, a modo de título, este texto; están condensadas, a mi juicio, las preocupaciones fundamentales que se ha planteado el hombre, en todos los tiempos y lugares. Puede decirse por ello, que son preocupaciones de carácter universal y que tienen su expresión en las diferentes formas de cultos y religiones; en los mitos y leyendas y -a fin de cuentas- en todas las formas de expresión cultural. En nuestro caso, están expresadas en la literatura (entre otras manifestaciones) en lengua nahuatl.
Más aun, la valoración que se tiene de la vida, por mucho que se hayan dado explicaciones o se tengan concepciones acerca del “más allá”·; es fundamental para los Aztecas. Es una valoración positiva basada, fundamentalmente, en la naturaleza y en la amistad. La naturaleza expresada en flores, en forma reiterativa y la amistad, expresada en vínculos de flores y cantos. Así las cosas, lo primordial es el valor de la belleza. La belleza de la amistad, la belleza de las flores, la belleza del amor. En suma, la belleza de vivir.
Lo fundamental de la existencia del hombre es, entonces, vivir gozosos mientras dure: “Démonos gusto, amigos míos”. La existencia es corta y nos espera lo ignoto: “Só1o por breve tiempo en la tierra vivimos”. “No será así siempre, nos espera la región del misterio”.
Es decir, el hombre tiene consciencia plena de su finitud; de que el término de su vida de todas formas vendrá y que nuestro destino está regido por “fuerzas” externas a nosotros, frente a las cuales nada podemos. Incluso nos rebelamos frente a este destino incomprensible. “Oh, si nunca yo muriera”... “Vaya donde no hay muerte”... “Estamos prestados unos a otros”. Esta rebelión frente al destino, muchas veces presenta un matiz de incredulidad: “¿Es verdad, es verdad que se vive en esta tierra? “No es verdad que vivimos, no es verdad que duramos en la tie-rra”. “¡Yo tengo que dejar las bellas flores, tengo que ir en busca del sitio del misterio! Pero, por breve tiempo, hagamos nuestros hermosos cantos”.
¿Cuáles son esas fuerzas externas? Las mismas preocupaciones, preguntas y temores, que han dado origen a la mayor parte de las religiones y mitos... Imagino un hombre que no entiende lo que pasa. Que, en la noche, con la angustiante oscuridad, con los inquietantes ruidos. Que conoce y ha visto las terribles fieras y predadores que lo podrían descuartizar y comer... Este hombre, aterrado, trata de protegerse y busca la luz: El fuego. El fuego es protección, es su aliado. La luz es su aliada. Cuando aparece el sol, se relaja un poco y agradece. La noche es la muerte, las fieras, la lluvia, la sequía...lo que no comprende...
Todo aquello que no es capaz de comprender ni manejar, entonces adquiere una dimensión religiosa y/o mítica. A pesar de estas “explicaciones” y “convicciones” míticas y/o religiosas; a pesar de la existencia mítica del Tamoanchan; a pesar de “ir a morar a la casa del sol”... A pesar de ello, la existencia en esta vida es bella, es hermosa, es “áurea mariposa libando”. Existen “cantos” de una riqueza deleitosa... Existe la amistad. “amigos míos, gocemos: Gocémonos, amigos”. Y existen las flores “que brotan” y se entregan en forma de cantos, para establecer lazos de amistad y de amor...
Sin embargo, no se trata de un “existencialismo pesimista”; parecido a la concepción Sartreana o a la “cínica” de Omar Khayyam. Por el contrario, es un existir “aquí y ahora”; pero, tratando de disfrutar cada momento; puesto que, después de esta vida no hay otra “¡Sólo una vez venimos a la vida!”.
Por otro lado, también existía la conciencia de “SER CREADORES” y que, tal vez, lo único que quede imperecedero, sean los cantos: “Algunas flores produce nuestro cuerpo y por allá queda marchito”. “Como primavera, como hierba en cada primavera, nos vamos convirtiendo”.
“Yo perforo esmeraldas: yo oro estoy fundiendo: ¡Es mi canto!, en hilos ensarto ricas esmeraldas: ¡Es mi canto!”. El rol del poeta, entonces, es el de ser creador de belleza. El es creador de cantos como las flores y guirnaldas que unen los cuellos y que se regalan mutuamente, por amistad. “¡Aquí va el sartal de mis flores!”. “Oh, flores que portamos, Oh cantos que llevamos”. Lo que está más allá es ignoto, es extraño: “Nos vamos al reino del misterio”. La vida es corta: “al menos por un día”, “estemos juntos, amigos míos”. Disfrutemos, entonces, de la amistad y de la belleza de los cantos y de las flores.
“Amigo mío, toma la copa y la jarra y la copa y bebe que, con efebos como tú, la Parca y el tiempo han hecho copas y jarras”(5). Este Rubai de Khayyam, de alguna manera refleja, también, la consciencia de que la vida es corta y efímera y que, lo único que nos queda, es disfrutar aquello que nos proporciona placer y solaz. Sería muy interesante -en otro estudio- hacer un contrapunto para verificar si, efectivamente, estas concepciones del mundo, de la vida y de la existencia; de los Aztecas; se refleja de muchas maneras, en muchos autores y en distintos tiempos y culturas...
El problema, entonces está en buscar - cuando se valora la vida - aquello por lo cual “vale la pena vivir” y, en el caso de los Aztecas, se trata de estar conscientes y lúcidos para vivir plenos, estableciendo lazos de amistad. Conscientes de que la vida es corta y que hay que gozarla intensamente, con la belleza de lo natural. Y no, con la concepción cínica y pesimista de Keyyam; quien tiene, como sustrato de su poesía, el “embriagarse” para dejar de pensar en que la vida, no tiene sentido.
Con respecto al “sentido de la vida”, para los Aztecas; pienso que, es bastante difícil de poder desentrañar. Sin embargo, creo que se trata de una concepción panteísta, de respeto y adoración de la naturaleza y de lo viviente. Sin exclusión de ellos mismos, como parte de la naturaleza misma. Es decir, una concepción parecida a la que se expresa -magistralmente- en el “Poema Ecológico”: “(...) el aire que respiramos, es el soplo que respiramos todos los seres, los ríos son nuestros hermanos, la tierra es nuestra madre,” (etc.).
“He llegado hasta acá, a este mundo”. “A las ramas del árbol floreciente”... “¿Es que acaso, esta vida es tan plena como el Tamoanchan?”. “¿Dónde esta ese árbol primigenio?”. “He venido yo, el colibrí florido. ¿El hombre, hermoso?.. “Deleito mi nariz y me siento gozoso”. Es decir, estoy vivo, soy feliz, me deleito y gozo. “Sabrosos y dulces son mis labios”. Es decir, el canto y la poesía que es capaz de crear.
¡Cómo se valora la vida! En los textos anteriormente mencionados. Este gozo, se ve abruptamente cortado por el tiempo que -inexorablemente- nos lleva a “Esa región del misterio”. El hombre, frente a esto, se rebela. Pero, esta rebelión no se expresa en forma violenta. Es una rebelión expresada en incredulidad: “¡Al reino de la muerte!... Sólo estamos de paso: ¡De verdad, de verdad nos vamos! ¿Verdad es que nos vamos? ¿Adónde, que muerte no haya?”. “Por eso llora mi corazón”.
“Hemos venido al mundo a abrir nuestra corola. Hemos venido solamente a marchitarnos”. “¡Cese, por un momento la amargura: Aún por un momento, disipemos la pena!” Somos, entonces, parte del ciclo que se repite constantemente y que tiene como referente principal a la naturaleza: Germinar, vivir, crecer, mostrar colores, producir los frutos y -lo más importante- nosotros, los hombres, desde esta perspectiva, seríamos una “planta” más, cuyos frutos son flores. Es decir, nuestros frutos son los cantos y poemas...
Mas aún, este acto de rendir los frutos; el acto creativo de “esparcir flores” y cantos, implica -aparentemente- un sacrificio: “La flor que se ha abierto en mi corazón”. Hay aquí una abierta alusión al acto del sacrificio: “Con el filo de jade”. El arrancarse el corazón y entregarlo en ofrenda a aquellos que son capaces de valorarlo. Es un canto vivificante, purificador y alimento de la naturaleza: “Ya la esparzo en la lluvia” (La flor fragante de mi canto).
Aquí se unen. Se produce la unidad entre la vida y la muerta, en el sacrificio, en la inmolación, en la auto inmolación; en la ofrenda a los amigos; lo cual, evidentemente, permitiría la trascendencia. Por un lado trascender a aquella “región del misterio”. Vale decir, la muerte y, por otro lado, la trascendencia del producto del sacrificio: Los cantos. Como el hombre, de todas maneras morirá, él puede trascender en base a sus cantos... La vida y la muerte, entonces, son parte del mismo proceso y, en correspondencia con ello, la existencia gozosa expresada a través de los cantos; eventualmente, permite la trascendencia a la que aludo. En ningún momento observo un temor al dolor físico de morir; cuestión que es llamativa, puesto que el acto de morir, se teme -básicamente- por dos razones: Por terror al dolor físico y, por otro lado, por terror a lo desconocido, a lo misterioso. Por temor a aquello para lo cual tenemos algunas explicaciones “teológicas”. Pero, desconfiando de aquellas explicaciones que nos damos, ¡No nos resignamos a morir!..
Pienso que eso es lo que se expresa, al respecto, en los poemas. Las preguntas y dudas, son demasiadas: “¿Habré de venir yo? (En la muerte)”. “¿Habré de elevar un canto?”. “Ya solo yo estoy aquí y ellos están ausentes”. “Entre la niebla y el olvido: ¿Habré de seguir durando?”. “Creamos en el corazón: ¿Es nuestra casa, la tierra?... “¿Habré de ser, otra vez, sembrando?”.
El temor -entonces- es a lo desconocido, a las preguntas sin respuesta sobre el mas allá y sobre nuestra propia existencia aquí, en la tierra: “Nadie queda con nosotros: Nos han dejado huérfanos en la tierra”. “¿Dónde está el camino para buscar el reino de la muerte?”. “¿Dónde está el lugar en que habitan los que ya no tienen cuerpo?”. “¿Es que sigue habiendo vida en el lugar del misterio?”. “¿Es que aún tienen, allá, consciencia nuestros corazones? "...
En síntesis, entonces, para los Aztecas -al igual que para la mayor parte de las culturas- la vida es corta y está determinada por factores externos a nosotros. De tal manera que, lo único que nos queda, es disfrutarla con aquello que más valoramos.
En el caso de ellos (los Aztecas) disfrutar de la amistad y la belleza de la naturaleza (Particularmente, de las flores).
Por otra parte, como en esta vida estamos “prestados”, de paso; es necesario que la empleemos en algo constructivo que nos permita trascender: Producir belleza a través de los cantos y de los poemas; a través del arte de las flores...
Moriremos, es cierto... Pero, mientras tanto: “¡Disfrutemos gozosos!”.
“¡Existo!. Perpetua sorpresa es la vida”(6)...
NOTAS:
(1) Laurette, Sejournè, “Pensamiento y Religión en el México Antiguo”. Fondo de Cultura Económica. Breviarios, México, 1964, p. 17
(2) Op cit. P 19.
(3) Op. cit. P 20
(4) Toda esta selección de poemas, fue extraída del texto de Ángel Garibay: “Literatura de los Aztecas”. Los títulos de los poemas son de él y sólo tienen como principal propósito, ayudar en la identificación y/o nominación de los mismos.
(5) Khayyam, Omar “Las Rubaiyat”. Ed. Aguilar, Madrid, 1960.
(6) Tagore, Rabindranath. “Obras escogidas”, “Los pájaros perdidos”. Ed. Aguilar, Madrid, 1960
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sábado, noviembre 25, 2006
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